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En nuestro último editorial dejamos pendiente abordar la aparición del recopilatorio de la saga Metal Slug que SNK Playmore ha lanzado recientemente para Wii, PS2 y PSP. La singularidad de este lanzamiento, apuntaba yo, le hacía valedor un texto aparte. Singular, en primer lugar, por la magnitud del contenido. Metal Slug —sus primeros episodios, al menos— es uno de esos ejemplos de por qué el arte en 2-D es, simplemente, irreemplazable, de que está más allá de barreras tecnológicas y de lo mucho que puede enriquecer cualquier planteamiento mecánico. Pero singular también por ser una iniciativa de la filial estadounidense de SNK Playmore, que ha buscado un desarrollador de esa nacionalidad para acometer la labor.

Esto quiere decir que SNK Playmore NO es la autora del llamado Metal Slug Complete, aunque parece que muchos han preferido obviar este extremo. La relación entre las filiales occidentales y las casas madre japonesas ha generado muchos malos entendidos concercientes a la imagen actual de la industria. El aficionado occidental, principiante o no, tiende a ignorar un concepto tan simple como que una filial no es la misma empresa matriz, incluso si comparten el nombre. Japón, normalmente, permite estos malos entendidos. Una empresa de vídeo-juegos nipona, en general —aunque esto va cambiando a pasos agigantados; globalización, lo llaman—, se centra en su propio mercado y cierra los ojos al resto. Que su producto termine saliendo del país, no es más que parte de la coyuntura, pero no un fin en sí mismo. He ahí la principal razón de por qué las adaptaciones de juegos japoneses para los países occidentales han tenido, históricamente, tan baja calidad. La labor de adaptación, simplemente, es ajena a la propia casa creadora, de manera que es difícil que un tercero se preocupe de preservar con la dignidad pertinente los valores del producto original.



["El eterno despropósito"]


Y aunque todo esto suene a tiempos pasados dada la, supuestamente, cada vez mayor capacidad crítica del aficionado [risas] y las cantidades de dólares que se mueven hoy, aún siguen surgiendo aberrantes casos como el de Metal Slug Complete para Wii. Por alguna razón, SNK Playmore USA pensó que una recopilación de los Metal Slug era un buen título de lanzamiento para el nuevo sistema de Nintendo. Una saga original de los salones recreativos —ni más ni menos, eh— para un sistema, que, más allá de su... idiosincrasia, se caracteriza principalmente por emplear un sistema de control radicalmente alejado de cualquier concepto preexistente —más aún del arcade stick— y, a todas luces, incapaz de ofrecer la precisión que un programa de esta naturaleza requiere. La burla se extiende hasta el punto de ni siquiera dar soporte al Classic Controller, que al menos habría disimulado en cierto grado la profunda ignorancia —¿desprecio por el original?— de los desarrolladores de la recopilación, cuyo no nombre no merece ni ser mencionado.

No voy a entrar en otro tipo de carencias, como la del modo de resolución empleado. A fin de cuentas, las conversiones nacidas de las mismas compañías originales también dejan mucho que desear habitualmente en cuestiones de fidelidad. Pero qué menos que llevarnos las manos a la cabeza por tan insultante artificio que niega el concepto mismo de la saga. Qué menos que recordar que este subproducto, tal cual está ideado, jamás habría salido de una desarrolladora japonesa, menos aún de los creadores originales.

Un caso análogo lo vamos a tener después del verano con el remake de Super Street Fighter II X [perdón... Turbo] que Capcom USA está produciendo con desarrollo de Backbone, que ya malograra los Capcom Classics Collection de PS2. Consciente —algo es algo— de que los nuevos sistemas no son aptos para reproducir apropiadamente los juegos de baja resolución, Backbone ha decidido redibujar por completo el juego en alta definición. Lo que, a priori, a algunos les sonaba tan prometedor, se está convirtiendo, a medida que van filtrando material gráfico, en un nuevo despropósito yankee. Y es que para redibujar los gráficos a tan alta resolución se han hecho con los servicios de Udon, editora de cómics popular en Norteamérica por sus series basadas en Street Fighter. Unos cómics para el ámbito estrictamente estadounidense dibujados por jóvenes ilustradores en cuyas manos han puesto ahora la difícil labor de crear los nuevos gráficos de Super Street Fighter II X [quise decir Turbo]. Musculaturas imposibles, proporciones grotescas, plagios de arte ya existente y, especialmente, un estilo que poco tiene que ver con el original —y mucho con el del cómic típicamente USA, como es lógico— nos han hecho perder ya toda esperanza de obtener un resultado acaso merecedor de nuestra atención.

Y Japón, mientras tanto, volcada en las 3-D para satisfacer a tanta boca occidental. A la mierda.

 
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