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Recapitulemos: Capcom, inmersa en las nuevas tendencias e incapaz de superarse a sí misma, se decanta por la cesión de la propiedad intelectual al completo de su serie Street Fighter a Capcom USA, que, por lo visto, opina lo contrario y le han entrado ganas de ser algo más que una simple editora de adaptaciones. Haciendo de su capa un sayo, o dotando al término ironía de una nueva dimensión, Capcom USA, carente de la capacidad desarrolladora necesaria, recurre a... Capcom. La que no quería saber nada de Street Fighter se ve enfrascada, se diría que sin comerlo ni beberlo, en la labor de desarrollar ni más ni menos que el cuarto episodio de Street Fighter [ > ] gracias al dólar americano. Sin personal ni infraestructura —ni lo más importante: apetencia— para la realización de un juego de lucha versus en nuestros días, Capcom lo deja todo en manos de la aséptica [¿mediocre?] Dimps bajo dirección de Yoshinori Ono. Forma parte de esa desgarradora ironía, por supuesto: Dimps es un estudio co-fundado por un ex-Capcom, Hiroshi Matsumoto, uno de los artífices del primer Street Fighter.


Yeah.


Discutamos: Capcom no tiene creadores. No de aquéllos que la encumbraron en su día como la compañía más competente del panorama de los arcades gracias a una forma de entender el diseño 2-D —tanto en lo gráfico como en lo mecánico— sin igual. Los Okamoto, Funamizu, Shoei, Akiman... ya no están. De hecho, no ha dejado de subcontratar a otras casas para poder subirse al carro del revival de la lucha 2-D que se disfruta estos días en los gee-sen nipones. Sería más que recomendable que muchos tomaran nota de algo tan básico como que una obra no la realiza una marca, sino un equipo de personas. Lo menciono porque a Street Fighter IV le sobra expectación. Por un tubo, añadiría.



Que Street Fighter IV reniega de sí mismo, de su nombre, no es algo que diga yo. El propio Ono quiso dejar muy claro —en más de una de esas entrevistas para los medios norteamericanos— que la saga había llegado a lo que —para él— era un callejón sin salida. Street Fighter III 3rd Strike se había convertido en el paradigma absoluto de lo que significa la lucha versus — poner en manos de los jugadores un potencial casi inagotable para enfrentarse uno contra uno, para competir. La cruz de esta apasionante cara es que no hay más límite para dominar la mecánica que el que uno quiera imponerse. Solo mediante la práctica constante es posible progresar y adquirir el mínimo de habilidad que el juego exige, lo que genera acusadas diferencias entre los distintos tipos de jugador. Esto es lo que hizo de 3rd Strike un juego para especialistas, una evolución del concepto de Street Fighter II en su sentido más técnico —que se había venido depurando en mil episodios anteriores—, y, por extensión, un fracaso comercial en unos años en los que el género no atravesaba su mejor momento.


Visto así, es un callejón sin salida, en efecto, pero de hace ochos años. No parece sano retrotraernos tanto si buscamos perspectiva comercial, pero no seré yo quien les dé lecciones de mercadotecnia. Lo que nos importa es que SF4 nace por iniciativa de Capcom USA para el mercado de Capcom USA. Mercado que fue el primero en cerrar las puertas a 3rd Strike —ya antes incluso de llamarse 3rd Strike; SF3 —New Generation— fue el primer gran leñazo de Capcom en Occidente...—, por lo que su gran propósito es recuperar a todo ese público que se lanzó una vez en masa a jugar a SF2 pero que ignoró también masivamente SF3.


Borrón y cuenta nueva, pues. Si hay que ignorar, ignoremos. SF3 nunca existió. Ni su línea argumental, ni sus personajes, ni su estilo gráfico, ni mucho menos, su clasista concepción mecánica. SF4 sucederá, argumentalmente, antes que SF3, y rescatará a todo el elenco de personajes de SF2 tal cual los conocimos, además de simplificar casi hasta los niveles iniciáticos sus atributos mecánicos. Y nos curamos en salud.


Es una operación tan elemental y tan burda, tan poco elegante, que produce hilaridad. Además de que no puede surgir de nadie que comprenda realmente qué es Street Fighter. Y sin comprensión ya sabemos que no puede haber respeto [véase editorial anterior]. Por desgracia, no es la única ignominia. Los escasos nuevos personajes que se presentarán en SF4 solo pueden calificarse de exabruptos sin posibilidad alguna de integrarse con el resto. Por estilo, por identidad, por atuendo. Punta de lanza de una puesta en escena que rompe dramáticamente con su legado. El sprite es, una vez más, sustituido por los polígonos. La animación meticulosamente prediseñada, por el real-time. Se ha intentado rescatar la caricatura y la expresividad originales y el resultado ha sido el ridículo más atroz.


Street Fighter ha pasado por distintos estilos visuales a lo largo de su historia, desde luego. Dejando aparte artwork coyuntural e ilustraciones in-game, hay tres líneas diferenciadas atendiendo al estilo gráfico empleado y al diseño de personajes — la compuesta por SF - Final Fight - SF2, la desarrollada en la subsaga Zero y la presente en los tres episodios de SF3 —obviamos Street Fighter EX, como es lógico—. Distintos, pero con una base común; la que propician unos equipos de artistas gráficos con intereses y sensibilidades similares, y, sobre todo, un inconmensurable talento. SF4, con la supuesta excusa de retomar la línea original y eliminar todo posible atisbo de cómic / animación japoneses en el planteamiento visual, ha perfilado un estilo torpe y desalmado que no hace sino poner de manifiesto lo lejos que están sus diseñadores de los artistas a los que pretenden imitar, empezando por el empeño en usar los, más que nunca, inapropiados polígonos y su animación en tiempo real, que imposibilitan, por su propia natura, la física, el ritmo y la precisión visual que un juego de lucha 2-D hoy requiere.


Que conste que no escribo estas líneas desde la tristeza o la indignación, menos aún tratándose de Capcom. No a estas alturas. Los que seguís estas Páginas desde sus comienzos sabéis que creo firmemente que la guerra está perdida ya hace años, incluso con la celestial visión de The King of Fighters XII [ > ] en el horizonte. Es solo mero afán divulgativo. Alguien tenía que decir que Street Fighter IV es, se mire por donde se mire, una garrulada.

 
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