Kabuki Ittouryoudan no pasó de ser un título mediocre lanzado para aprovechar el tirón de unos personajes y el gancho de un género en su momento álgido. Shin Den podría aparentar
intenciones similares, pero el hecho de nacer como juego de salón antes que como juego doméstico es ya un motivo para esperar de él ciertos estándares de calidad, incluso siendo conscientes de que se trata del primer título de una compañía —Racjin— recién aparecida y, por tanto, aún desconocida.

El planteamiento visual, estilísticamente entregado por entero al lenguaje de la animación televisiva y los patrones del shounen manga, es la nota distintiva por antonomasia de un programa, que, en primer lugar, reinventa y revitaliza a unos personajes enormemente icónicos en forma de grandes y elaborados sprites, aptos para las ciclópeas demandas de una categoría como es la de la lucha versus. Y no era una tarea sencilla —tal y como su predecesor Kabuki Ittouryoudan nos había permitido comprobar— pero los artistas de Racjin supieron plasmar el estilo y carácter de los protagonistas de manera incontestable con un trazado, una animación y un tratamiento del color increíblemente certeros y recreando gestos y técnicas de combate perfectamente reconocibles por el fan de la serie.

Y en segundo lugar, interpreta la escenografía original con unos fondos portentosos que, más allá de permitirnos contemplar desde una perspectiva inusitada y espectacular algunas de las localizaciones más insignes de los RPG homenajeados, rebosan vida y color a borbotones, poniéndose a la altura, por momentos, del grandioso Shin Samurai Spirits en este apartado. Quizás se ha quedado por el camino algo del ambiente historicista propio de la serie —que (recordemos) es, originalmente, la supuesta adaptación de una obra literaria ficticia que reinterpreta la historia de Japón—, pero no seré yo el que lo mencione más allá del anecdotario; lo que importa es que el conjunto escénico que configuran sprites y escenarios, acompañados por unas impagables ilustraciones en interludios e introducciones, hacen de Shin Den, a pesar del cliché heredado —del que se sirve y se empapa, y que explora, y exhibe, y eleva—, un título de personalidad única.



No puede decirse lo mismo de los aspectos mecánicos, plasmaciones casi literales de los aforismos de Samurai Spirits, aunque con cierta rebaja de la complejidad. No nos vayamos a rasgar las vestiduras tampoco; la clonación de motores en este género es práctica habitual, y el resultado, en este caso, es indiscutiblemente funcional y competente. No es, obviamente, un juego tan lleno de posibilidades como Shin Samurai Spirits, empezando por un repertorio de rostros elegibles lastimosamente reducido, por lo que su vida potencial es drásticamente inferior. El escaso número de personajes tampoco ha venido acompañado por un equilibrio entre ellos mesurado a la perfección —para no desentonar con las tendencias del momento—, pero el modo de dos jugadores, a pesar de todo, es bastante disfrutable al menos a un nivel no demasiado profundo. Un final boss obscenamente poderoso te mantendrá ocupado por muchas partidas en el modo sencillo, por otro lado; el juego, mecánica y estructuralmente, tiene un inconfundible sabor a SNK.

Hudson Soft logró pasar con nota el examen, pero es inevitable acusar su falta de ambición. Shin Den llegó un par de años tarde y se dio de bruces con un mercado que ya había visto nacer a un Children of the Atom y un Vampire que no solamente ofrecían más profundidad y atractivos mecánicos, sino que visualmente habían llevado el género a un estadio superior. Por sí mismo, es un título soberbiamente elaborado, lleno de detalles como los diálogos interlúdicos en todo momento singularizados y la presencia de las voces originales, pero, sobre todo, con un inimitable acabado gráfico que hechiza como la luna llena y cubre un vacío en el solemne catálogo de Neo-Geo. 
   
                                               Recap

    

 
      
Todo el artwork original es propiedad
intelectual de Red y Hudson Soft


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